4.- El habitante del Cerro de los Santos: Los Iberos

TEMA 4

El habitante del Cerro de los Santos


La Cultura Ibérica


En nuestra provincia, en el pueblo de Montealegre, existe un cerro llamado "CERRO DE LOS SANTOS", lugar en donde hace algo más de dos mil años existió un santuario ibérico. Allí se han hallado multitud de esculturas pequeñas representando seres humanos o animales, y que eran ofrecidas por los íberos a sus divinidades para conseguir algún favor de ellos.
En libros, revistas, periódicos o postales habrás visto, también, esculturas archifamosas, como la "Bicha de Balazote" o la "Gran Dama Oferente del Cerro de los Santos". Todas ellas, y muchas más, son testimonios de los pueblos ibéricos en nuestra provincia.




Si quieres, vamos a viajar en la "máquina del tiempo" para remontarnos a la época en que los íberos habitaban nuestras tierras de Albacete.


¿Quienes fueron los Iberos?


Entre el año 1000 y el 500 a. de C., aproximadamente, los pueblos que habitaban la fachada mediterránea peninsular, desde el sur de Francia hasta la desembocadura del Guadalquivir, recibieron una serie de influjos, pudieron conocer nuevas técnicas, tan diversas como puedan ser la escritura, el hierro, la moneda, el torno de alfarero y nuevos conceptos urbanísticos.
Era el resultado de los contactos comerciales y de la vecindad de los establecimientos (ciudades y factorías) que fenicios, griegos y cartagineses habían fundado a lo largo de las costas. Era la primera vez que gentes desarrolladas del otro lado del mediterráneo se ponían en contacto con los de acá.

Resumiendo, con el nombre de íberos se conocen a aquellos pueblos que antes de la llegada de los romanos habitaban a lo largo de la costa del mediterráneo, desde Gerona hasta Andalucía, y que habían mantenido contactos con otros pueblos del otro lado del mediterráneo.



Un gran descubrimiento: el Monumento Funerario de Pozo Moro (Chinchilla)


En 1972 se descubrió en el lugar de Pozo Moro (Chinchilla) una serie de esculturas y relieves pertenecientes a un monumento funerario, cuya planta rectangular es parecida a los sepulcros del norte de Siria y sur de Anatolia. En estas esculturas y relieves están representados unos leones y escenas de antropofagia y sacrificios. Actualmente los hallazgos habidos se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional.




La cerámica ibérica







Cuando se han hecho explanaciones en determinadas fincas o cuando se ha arado el campo, muchas veces han aparecido vasijas o fragmentos de ellas, que la mayoría de las veces el agricultor ha destrozado por no saber el gran valor histórico que tenían dichas piezas. Nos estamos refiriendo a la cerámica ibérica.
Estaba hecha esta cerámica a torno y pintada con motivos geométricos: líneas, ondas, círculos, semicírculos y, en algunos casos, motivos florales y humanos. Sus formas son muy variadas: jarras, cuencos, platos, globulares, etc.
Junto a la cerámica ibérica se ha encontrado piezas de cerámica griega (El Salobral, Hoya de Santa Ana, Llano de la Consolación).
En la necrópolis de Hoya de Santa Ana (Tobarra) se encontró una vasija (Vaso de los Dragones) cuyo origen se desconoce.




En el taller de un escultor


Un gran bloque de piedra arenisca empieza a ser trabajado por el escultor de este taller. Poco a poco, el bloque se va convirtiendo en la figura de un animal fantástico: la Bicha de Balazote. Representa un toro tumbado, con cabeza humana. La ejecución de las barbas y del pelo demuestran que este artista recibió influencia de los escultores orientales. "

La Bicha de Balazote, cuyo original se encuentra en el M.A.N., al igual que otras esculturas de este tipo encontradas en nuestra provincia: León de Bienservida, la Esfinge de Haches (Bogarra) y las encontradas en Pozo Rubio, fueron realizadas para adosar a la pared de algún templo, vivienda o tumba.
Los escultores ibéricos nos dejaron gran número de esculturas, tanto de animales fantásticos, a los cuales adoraban, como de damas oferentes o exvotos.
La escultura ibérica está realizada en piedra caliza o arenisca y las figuras suelen estar rígidas y algunas pintadas.




La casa de una familia íbera



Cuando recorríamos el poblado, una familia nos ha invitado a entrar en su casa.
Lo primero que nos llama la atención es cómo van vestidos. La mujer lleva una túnica y un manto cuyos bordes caen elegantes, algunas suelen llevar hasta tres túnicas. El manto cubre la cabeza, pero colocado sobre algún aparato, dándole forma de mitra, en punta o redondeada. El hombre viste túnica corta o jubón, faldellín y calzones, cubriéndose la cabeza con un gorro de cuero. Ambos, hombre y mujer, calzan sandalias, abarcas o botas altas de piel, según el trabajo que vayan a realizar. Los vestidos son de lino y de vistosos colores.


El peinado de ambos forma artísticos rizos. El talle de la mujer es bastante esbelto y da la impresión de cuidarse bastante.
¡Ha llegado la hora de la comida! Nuestros anfitriones nos ofrecen una comida frugal a base de pan, carne de caza y vino mezclado con miel.
La señora de la casa, tras la comida, nos enseña sus collares, pendientes, pulseras, fíbulas, cadenitas,. . . Algunas veces - según nos cuenta - se depila la parte alta de la cabeza o se ciñe una columnilla de un pie de altura, alrededor de la cual enrolla sus cabellos, que luego cubre con un manto negro.
Posee esta familia un molino de mano, como los que puedes ver en nuestro Museo Provincial.




Visitamos un poblado ibérico



En nuestro viaje a la época ibérica hemos llegado a uno de los muchos poblados de nuestra provincia (El Castellar de Meca (Bonete), El Tolmo (Minateda), Cerro del Amarejo, Villar, Los Castillares (Bonete), Altos Carcelén), etc.).
Está situado, el poblado, en la arista de un monte en una longitud de 700 a 800 m., con sus casas alineadas a lo largo de una calle. Como ves, los poblados se levantaban sobre cerros, aunque también los había construidos en la llanura - muy raramente -, como es el caso de El Villar, entre Bonete Corral Rubio.


Las casas son pequeñas, de mampostería o adobe y de una sola planta. Normalmente suelen tener una sola habitación, pero también las hay con tres. El techo lo tienen inclinado hacia la fachada principal y con un agujero para la salida del humo. Las provisiones se almacenan en silos subterráneos, tanto en el interior de las casas como en un sector especial del poblado. En algunas habitaciones se ven bancos o poyos junto a la pared. Las paredes no miden más de 1,50 m. de altura, y sobre ellas se apoyan los techos, con postes y ramas. El suelo suele estar formado por tierra o barro apisonado, aunque también los hay con losas de piedra. En una de las habitaciones hay un telar, que la familia usa para tejer sus vestidos de lino.
Las calles del poblado son de trazado irregular. Rodeando al poblado hay unas murallas de tapial, con torres para la defensa del mismo.



¿De qué vivían los pueblos ibéricos?



Las bases económicas de la cultura ibérica eran la agricultura y la ganadería. La introducción del hierro permitió una mayor tecnificación de la explotación agrícola. Un elemento muy importante es la aparición del arado. Los cultivos eran generalmente de secano, aunque está comprobada la práctica del cultivo de regadío y huerta. Trigo y cebada eran los cultivos principales. El olivo y la vid se cultivaban muy escasamente y sólo se llega a producir bastante aceite y vino en tiempos de los romanos, es decir, unos siglos después de los íberos.

La ganadería constituye el otro soporte de la economía ibérica. Se practicaba la trashumancia y la estabulación. Las cabras, ovejas, cerdos y toros se utilizaban como fuente alimenticia; mientras que bueyes, burras, mulos y caballos eran utilizados como animales de tiro. El caballo era también símbolo de prestigio y riqueza. Su importancia para la guerra era fundamental para el guerrero ibérico.
Los íberos utilizaban diversos metales: plata, bronce, plomo, hierro. El torno permitió una mayor facilidad de elaborar la cerámica y una mejor calidad. Se fabricaban envases para la exportación de mercancías.


Otras posibles actividades que desempañarían los íberos serían: carpintería, albañilería, cantería, herrería, orfebrería, espartería, confección de vestidos, zapatero, talabartero y guarnicionero. Sabemos que los pueblos ibéricos, tanto por las fuentes escritas como por los hallazgos arqueológicos, comerciaban con otros pueblos: griegos, fenicios y cartagineses.

Los metales que existían en nuestra península eran el aliciente para que hasta nuestras costas llegasen las civilizaciones de otros lugares del Mediterráneo: fenicios y griegos.

¡ Ha muerto un guerrero !

Hoy estamos de luto: a nuestra familia del poblado ibérico, que visitamos al principio, se le ha muerto un varón adulto. Nos piden que les acompañemos hasta la necrópolis para incinerar el cadáver. El día está nublado en la necrópolis de Casa del Monte (Valdeganga).

Observamos que hay tres tipos de enterramientos, que van desde el simple hoyo para las cenizas al pequeño monumento funerario formado por un cubo de mampostería, pasando por la urna tipo esferoidal. Junto al muerto colocan su ajuar funerario formado por una espada, una o dos hojas de lanza, fragmentos del escudo, fíbula, placa del cinturón, pinza de depilar, etc.

Nos dicen que los guerreros ibéricos son muy valientes. Cuando luchan en defensa de su ciudad o poblado utilizan tácticas de guerrilla o sorpresa y pocas veces luchan en campo abierto. Son contratados como mercenarios para luchar fuera de nuestro país. Van armados de casco y escudo para defensa, coraza, una espada con la hoja curva (falcata) y un puñal para el ataque. También posee una lanza muy larga llamada soliferrum. ¡Todo se lo ha llevado consigo a la tumba !




Hoy es día de ofrendas en el Santuario



Seguramente has ido alguna vez al Santuario de la Virgen de Cortes en Alcaraz. Allí, como sabes, van numerosas personas que han hecho "promesa" de ir andando por el hijo que estaba enfermo y ha curado, o de entregar un donativo por la madre que ha "salido bien" de una operación.
¿Te extraña todo esto? Pregúntale a tus padres o abuelos y verás como aún hay más cosas que te extrañarán: en muchos santuarios cristianos existen brazos y piernas de cera que se han ofrecido a determinado santo para lograr la curación de una de esas extremidades, por parte de los enfermos.

Hoy, en nuestro viaje imaginario, hemos llegado a un santuario ibérico de hace dos mil años y vamos a ver un espectáculo parecido al que más arriba te hemos descrito. Se trata del Santuario que hay en el "Cerro de los Santos" (Montealegre del Castillo).
"El templo es un edificio de tipo griego, orientado al Este, de forma rectangular, con una longitud total de 20 metros, un vestíbulo de 1,50 y anchura de 8 metros, con escalinatas de acceso de cinco escalones. En el interior corre a lo largo de los muros un poyo, donde se depositan las estatuas. Hay muchas personas que llevan en sus manos "exvotos" para ofrecer a la divinidad, con la pretensión de que un milagro del dios del templo les sane de achaques y enfermedades. No tan sólo a ellos, sino a sus animales domésticos. Pero, de pronto aparece la "Gran Dama Oferente".


Fíjate qué túnica lleva y cómo porta entre sus manos un vaso para realizar la ofrenda".(Los iberos tenían muchos dioses, adoraban al dios de la guerra a la Luna, a Venus, al toro, etc.)"El poyo que hay junto al muro se va llenando de gran número de estatuiIlas de bronce, la mayoría de ellas representando a mujeres que portan en sus manos vasos con leche, vino o miel .Cuando el poyo está completamente cubierto de estatuillas, éstas se entierran en zanjas abiertas en las proximidades del santuario".

RESUMEN DE:  histiriaweb.googlepages.com




























































DOCUMENTOS




TEXTO 4/1

La casita pequeña comporta una familia monógama, poco numerosa. La fidelidad conyugal era estimada como virtud, y lo mismo la castidad de los muy jóvenes y de los solteros. Eforo trasmitió unas noticias curiosas como exponente del carácter patriarcal de la sociedad ibérica y también del gusto por la mujer delgada que se halla confirmado en general por las estatuas femeninas y de un modo casi caricaturesco por algunos bronces: —Las mujeres de los iberos - decía Eforo - celebran certámenes anuales de lo que han tejido en la temporada. Un jurado de hombres otorga un premio por votación a la que más se ha distinguido. Tienen también una medida para la cintura, y la mujer que la sobrepasa queda mal vista':
Los autores clásicos nos dan muchas veces descripciones del carácter, la indumentaria y las costumbres de los iberos. Así, cuando Tito Livio presenta a las tropas hispanas del ejército de Aníbal, formadas para la batalla de Cannas, y anota: 'refulgentes en la blancura de sus túnicas de lino ribeteadas de púrpura'; nos está transmitiendo una estampa a lo vivo que difícilmente podríamos reconstruir con solo documentación arqueológica. De igual manera hemos de agradecer a Estrabón el que copiase de su coetáneo Artemidoro ciertas notas pintorescas de la indumentaria de las mujeres ibéricas, que podemos contrastar con las esculturas y pinturas de las mismas: —En ciertas regiones - dice - llevan collares de hierro con garfios que se doblan sobre la cabeza, saliendo mucho por delante de la frente; en estos garfios pueden, a voluntad, bajar el velo, que al desplegarlo por delante sobres el rostro, lo que tienen por cosa de adorno. En otros lugares se tocan con un pandero, redondeado por la parte de la nuca y ceñido a la cabeza por la parte de las orejas, el cual disminuye poco a poco de altura y anchura. Otras se depilan la parte alta de la cabeza, de modo que resulta más brillante que la frente. Finalmente otras se ciñen a la cabeza una columnilla de un pie de altura, alrededor de la cual enrollan sus cabellos, que luego cubren con un manto negro"
(Estrab. III, 4,17).


Los hombres y las mujeres


Pero además de estos apuntes debidos a autores foráneos, los iberos se retrataron a sí mismos no sólo en las pinturas de su cerámica, sino en multitud de estatuas, estatuillas y relieves, de piedra (las más interesantes por el gran detalle con que a menudo están realizadas), de bronce y de terracota. A poco de descubrirse el importante conjunto escultórico del Cerro de los Santos (Montealegre, Albacete) la fina sensibilidad de Azorín se percató del interés de los retratos de carácter que en el mismo se ofrecían y así lo reflejó en La Voluntad: —Este es un creyente . . . tan fervoroso, tan ingenuo, tan silencioso como uno de nuestros labriegos actuales... Y estas dos mujeres que están a su lado, estas dos mujeres con estas tocas, que son ni más ni menos que las mantillas de ahora, son dos yeclanas auténticas. ¡Es maravilloso cómo en estas dos estatuas de remotísimas edades, en estas estatuas tan primarias, se encuentran los rasgos, la fisonomía, la mentalidad, me atrevería a decir, de las yeclanas de ahora, de dos labradoras actuales! Fíjense ustedes en el gesto de resignación melancólica de estas dos estatuas, en la expresión de la boca, en la mirada ingenua, un poco vaga, con cierto indefinido matiz de estupor y de angustia. . . Yo creo que estas dos mujeres .... son dos yeclanas que vienen con sus mantillas de la novena y acaban de pedir a un santo de su predilección que esta año haya buena cosecha... "
La variedad es grande, sobre todo en los miles de bronces votivos de dos santuarios de la provincia de Jaén, en el territorio de los antiguos oretanos, y los dos en lugares de mucho tráfico y concurrencia, en uno Castillar de Santisteban, sobre la antigua Vía Hercúlea, el otro el Collado de los Jardines, el Despeñaperros, puerta de Andalucía desde la Mancha, divisoria de la España del norte y la del sur. Estos santuarios eran pues lugares frecuentados por muchos viajeros, que hacían un alto en el camino para dedicar sus ofrendas al poderoso espíritu de la tierra, que habitaba en las simas de aquellos parajes sobrecogedores. Tienen por ello estos lugares carácter de santuarios nacionales, y el enjambre de sus exvotos constituye una magnifica galería de tipos indígenas, variados y pintorescos como los concurrente a una feria popular: damas de calidad, señoras de la ciudad levantina o andaluza, que visten con finas telas importadas y como las kórai griegas, siguen la moda de los paises civilizados, mujerucas del campo, cuya edad y condición las hacen refractarias a las extravagancias en el vestir, con la túnica y el manto o el pañuelo que les cubren la cabeza; jóvenes campesinas en traje de romería, con sus vestidos de colorines y los muchos abalorios y dingolondangos que en correr del tiempo habían acreditado su mágico poder. De éstas habrá que distinguir, por sus tocados y su joyas, a las sacerdotisas - a las señoras de pueblo que después, en las inscripciones latinas, harán constar que ellas eran flaminicae - con el cuello, el pecho, la cabeza, las muñecas y los dedos cubiertos a tope de collares, gargantillas, diademas, infulas, peinetas, pulseras, dijes, anillos, pendientes, toda esa pavorosa, barroca ornamentación que da a la Dama de Elche y a sus congéneres el aspecto de ídolos rurales. Dejemos tranquilas a esas sacerdotisas con sus baterías de amuletos, pues no en vano eran ellas las que por estar más en contacto con los espíritus, se hallaban también más expuestas a la contaminación y al maleficio.
No menos variada es la indumentaria de los hombres, porque las armas, los yelmos y hasta los peinados los distinguen bastante a unos de otros. Es común a todos una túnica corta o un coselete de fibras trenzadas, ceñido al talle por un cinturón o faja en la que a veces meten de través el machete, dejando asomar la empuñadura por delante del estómago como los serranos de las estampas románticas. Algunos llevan sobre esa túnica un manto doble o sencillo, corto o ampuloso, que entre otros usos tenía, como nos dice Estrabón, el de servir de cobertor para dormir. Los hay que visten un manto fino, muy ajustado al cuerpo, con melena de paje y diadema, unas veces tonsurados y otras no. G. Nicolini interpreta a estos como sacerdotes. Desde luego son los únicos varones que llevan collares de amuletos como las mujeres. Es muy corriente entre los hombres el llevar armas - la falcata, la lanza, la rodela o caetra -, como debía de serlo en la vida cotidiana, y el hacerse representar a caballo.




El noble bruto no parece haber sido entre los iberos un distintivo de clase, como lo era entre los —caballeros- de Grecia y Roma, sino un medio de transporte y auxiliar para el trabajo y para la guerra lo bastante asequible para que cualquiera pudiera poseerlo. "Los caballos - recuerda Estrabón (III, 4, 15) - están habituados a escalar montañas y a flexionar rápidamente los brazos a una orden dada y en el momento oportuno'; esto último seguramente para las emboscadas a que tan dados eran los guerilleros ibéricos. Las estatuas de Porcuna, las pequeñitas del Cigarralejo y una magnifica (aunque sin cabeza) del Museo de Albacete, nos muestran el esmero con que estaban repujados y guarnecidos los arreos de estas cabalgaduras. Era costumbre, además, trenzarles las crines y las colas, y adornárselas con cintas y madroños. Seguramente en este terreno han cambiado muy poco las usanzas.
Historia de España, 1 Cambio 16,pag.98 ss.


TEXTO 4/2

La alimentación


Los huesos de animales de los yacimientos ibéricos demuestran que la población hispánica primítiva disponía de buenas reservas de proteínas de origen animal. La oveja y la cabra en primer lugar, seguidas del buey y del cerdo por este orden, asumían la responsabilidad del primer capítulo de la alimentación.


La importancia económica de la caza había disminuido tanto, que tal vez no tuviese ya más relevancia que la social. "La caza, decía Polibio, casi no se aprecia en nada; se la dan gratis a quienes compran alguna de estas cosas (otros alimentos)":


Los estudios osteológicos revelan que mientras los ganaderos de la Edad de Bronce abatían a toda ave o cuadrúpedo que les saliese al paso, los de la Edad de Hierro practicaban una caza selectiva, especializada en el ciervo y en determinados volátiles, como aquellas 'garzas, anades, gruas, flamenques, que son muy fermosas aves e muy ligeras para cazar" que el Infante Don Juan Manuel, en plena campiña ibérica de Villena, donde había entonces 'aquella muy grant laguna de agua salada" (drenada como otras a comienzos de nuestro siglo), recordaba con deleite.Historia de España, 1 Cambio 16, pág. 94


TEXTO 4/3

La religión

En contraste con la España indoeuropea, donde los nombres de dioses indígenas, y muchas veces sus equivalentes latinos, constan a docenas en la epigrafía romana, la España ibérica oculta sus dioses antiguos bajo la capa de su temprana incorporación a las culturas superiores, seguida de su rápida romanización. Tal vez este estado de cosas se modifique el día que podamos entender los documentos escritos en lengua ibérica, pero de momento sólo disponemos de una referencia aislada a un dios indigena y de documentos iconográficos y arqueológicos susceptibles de interpretaciónes variables, nunca tan claros como los textos literarios y las inscripciones.
La referencia aludida la debemos a Macrobio y dice así: "también la tribu hispana de los accitanos (de Acci Guadix, Granada, por tanto los mismo que los bastetanos) adoran con la mayor devoción a una estatua de Marte adornada de rayos a la que llaman Neto':
Neto signficia 'guerrero" en celta, lo que convendría a un dios al que su interpretatio romana equiparase a Marte, pero el lugar en donde esto aparece, Guadix, no es el más indicado para un celtismo. La referencia, por tanto, de poco vale. En las monedas de Málaga figura un busto que parece un dios con corona radiada, y en los relieves de Pozo Moro (Albacete) interviene también una figura con un casco con penacho flameante, pero no sabemos si estas figuras han podido tener alguna relación con el Neto de los bastetanos.
En varios bronces mallorquines y en otro precioso de Cádiz, conservado en el Louvre, está representado tal vez un dios guerrero, desnudo pero tocado de yelmo, que se asemeja al Marte itálico, sin que haya otra garantía sobre su verdadero significado.
Otro que por sus atributos parece un dios masculino en el mundo ibérico es el que se viene llamando 'Señor de los caballos- (despotes hippon). Se le encuentra en relieves de arte ínfimo, distribuidos entre Sagunto y Villaricos (Almería), en los que se nos presenta unas veces como un joven normal, otras janiformes (con dos caras contrapuestas); ya sea de pie, ya sentado en una sillatijera, y siempre entre dos caballos por lo menos. Este héroe o dios hípico pudiera ser el que recibía exvotos en forma de caballitos en algunos santuarios, sobre todo en el del Cigarralejo (Mula, Murcia). No hay que olvidar, sin embargo, que la diosa alada de Elche aparece también en una ocasión flanqueada por dos caballos alados, por lo que también ella pudiera estar relacionada con el mundo de la hípica, como la Epone de los celtas.


En rigor la cerámica de Elche-Archena es casi la única manifestación del arte ibérico levantino en donde podemos contemplar directamente a los dioses. Ya la impresión que recibimos es que la deidad predominante es de género femenino. Nada de dioses blandiendo rayos, ni hachas, ni tridentes. Diosas son, indudablemente, las que vemos reposadas, en compañía de animales o de aves como atributos y con flores o palmas en las manos. Todo ello parece propio de una divinidad protectora de la fecundidad y de la vida natural. Su esfera de acción sería susceptible de ampliarse al Más Allá, a lo infraterreno, a lo que pudiera referirse la serpiente cuando ésta aparece como su atributo (aunque no necesariamente, pues la serpiente puede ser también el genio protector del hogar.)
Historia de España, 1 Cambio 16, pág. 104-105


TEXTO 4/4


Vida ultratumba


El rito de la incineración de los muertos predomina en el mundo ibérico, mientras que el de la inhumación es raro y reservado tal vez a los forasteros, a los desconocidos y a los infortunados carentes de deudos o de amigos que se cuidases de levantarles la pira y de celebrar las exequias. Las cenizas eran guardadas en una urna de barro, de alabastro o de bronce, o bien en una cista de piedra o de metal, y depositadas en una fosa o en la cámara de un panteón individual o familiar, en compañía de las armas, si se trataba de un varón, y de las piezas de un ajuar más o menos rico.
La estatua de la Dama de Baza encerraba cenizas, de una o varias personas, en el hueco existente en la base de su sillón, y es probable que ese mismo destino lo tuviese la cavidad de la espalda de la Dama de Elche. Parecería lógico que en ambos casos la estatua fuese la efigie de una difunta, como en el caso de las estatuas canópidas italianas, más que la de una diosa a la que se confiasen unos despojos humanos, pero hay que contar también con esta segunda posibilidad, si como se cree su descubridor, F. Presedo, los restos custodiados por la Dama de Baza correspondían al guerrero cuyas armas se hallaban en la tumba.
Sea como fuere, el difunto pervive en esta su última morada. Dan testimonio de ello los recipientes de alimentos y bebidas que lo acompañan; y entre los primeros, un artículo que en todos los pueblos mediterráneos, empezando por Grecia, encierra un valor singular como generador de vida: el huevo de gallina. Su aspecto de mineral que atesora el germen de un ser vivo encandilaba sobremanera la imaginación de los antiguos, que incluso concebían de esa forma la génesis del mundo (el huevo órfico). En las tumbas de la Alta Andalucía es muy frecuente encontrarlo en medio de las cenizas. No sabemos si lo que se están dando el niño y el varón entronizado en la pátera de Tivisa será precimente un huevo, como ocurre entre los comensales de los banquetes funerarios de la pintura etrusca, también en las ofrendas a los difuntos, de los vasos suritálicos, es corriente el verlos.
En algunos casos acompañan al muerto uno o varios caballos sacrificados ...
Cuando el sujeto moría - tal vez en el curso de una acción heroica - lejos de sus lares, y sus restos no podían recibir los honoresde ritual, se le construía de todosmodosuna tumba, un cenotafio, destinado a dar cobijo a su espíritu.

A los arqueólogos nos decepciona bastante excavar primorosamente alguna de estas tumbas para encontrarnos al final con que nunca contuvo más que una pila de ocho o diez platillos que los asistentes al acto dejaron sobre la tapa en recuerdo de sus libaciones. Pero estos contratiempos hay que aceptarlos como vienen. Así pues, la tumba-casa está presente en la cultura ibérica, aunque no asuma formas tan monumentales como en otras. Las mejor conservadas son las de sillería o mampostería, pero también las hubo con superestructura de adobe y madera, recubierta del habitual túmul de tierra. Ello significa que estas fuesen las más pobres; algunas de la necrópolis de Baza, entre ellas la de la célebre Dama, pertenecía a este género.
Historia de España, 1 Cambio 16.pag.107


ACTIVIDADES







1º.- Colorea (como en el tema anterior) los lugares donde se han hallado poblados ibéricos.
















2º.- ¿ Por qué razón construirían los poblados en lo alto de los cerros como en?




                                    Lebisosa (Lezuza)
                                                             Minateda ( Hellín )




3º.-¿ Cómo era la vivienda de los íberos?

4º.- Busca el significado de la palabra "tapial" y di si tiene alguna relación actual con las viviendas actuales, muy antiguas o modernas de tu localidad

5º.- Colorea la "mitra"  de la dama oferente del Cerro de los Santos.




6º.- ¿ En  qué se basaba la economía de los íberos ?

7º.- ¿ De qué medios se vale el investigador para averiguar cómo vivían los pueblos antiguos ?

8º.-¿ Qué es un "exvoto"?

9º.- ?Qué objetos depositaban en la tumba del varón ?

10º.- ¿Qué otros pueblos del Mediterráneo antiguo tenían la misma costumbre ?

11º.- ¿ De qué lugar del Mediterráneo recibió influencia la escultura ibérica?

12º.- ¿ Eb qué lugares eran colocadas las esculturas de animales como la "Bicha de Balazote" o el "León de Bienservida"

13º.- Busca en google " vasijas ibéricas" y dibuja dos de ellas.

No hay comentarios: