6. Los visigodos y los árabes en Albacete


TEMA VI

LOS VISIGODOS Y LOS ÁRABES EN ALBACETE


(La alta edad media. S. V-XI)






Hacia el siglo V el Imperio Romano, que tantas tierras había conquistado, poco a poco se va derrumbando, y como España (llamada entonces Hispania) era parte del Imperio Romano, también se derrumba y va perdiendo fuerza. Aparecen un conjunto de pueblos invasores.

Unos proceden del centro y este de Europa invaden España. Los primeros: suevos, vándalos y alanos.

Los suevos formaron un reino en Galicia, los otros dos siguieron el camino de África. Más tade llegan los visigodos y años después, desde el norte de África, los árabes.






Los visigodos


Un pueblo que luchó a favor de los romanos, pero que era bárbaro como los anteriores, fue el pueblo visigodo, que después de varios años de lucha pudo echar de España a los pueblos bárbaros anteriores.





Los visigodos dividieron lo que es hoy nuestra provincia en dos partes, una llamada Auriolana, que comprendía la parte occidental de la provincia, y otra llamada Oróspeda, que era la parte oriental de la actual Albacete. Este territorio no se sometió facílmente durante más de dos siglos a los visigodos. Sus habitantes eran muy belicosos.



Los bizantinos



Poco después de la conquista de España por los visigodos, que ya se habían independizado de Roma, los ejércitos del rey de Constantinopla, denominados bizantinos, son llamados a España por un rey visigodo para ayudarle en sus guerras y se establecieron en el sur y sureste de España. Aunque no se han descubierto restos bizantinos en nuestra provincia, no es improbable que el sur de la misma estuviera ocupada en algún momento por los bizantinos.

En el s. VI los reyes visigodos quieren unificar toda España y emprenden variás campañas para someter a los que todavía no lo están. Una de esas campañas es en Albacete, contra los pobladores de la Oróspeda. Las tierras albaceteñas son sometidas al fín en el s. VII.

Es de destacar que durante el tiempo de dominio de los visigodos se desarrollaron en Toledo, capital del reino entonces, "Los Concilios de Toledo", que eran unas reuniones de obispos a las que asistían algunos nobles, para dar leyes a todo el reino, tanto leyes civiles como religiosas. Estas leyes sin duda influyeron en la manera de ser gobernados las gentes de nuestro territorio de Albacete.


Los árabes en nuestra provincia


Las luchas entre las distintas familias del califato de Damasco hicieron que llegase a nuestro país uno de los príncipes omeyas que habían escapado del asesinato del que fue objeto toda su familia en Damasco. Una vez en nuestro país, se impuso a los demás árabes que aquí había (bereberes y muladíes) fundando el Califato de Córdoba.

Nuestra provincia quedó dentro de ese califato que por espacio de más de un siglo ocupó dos tercios de la península.

En esta época, las ciudades vieron crecer su importancia económica y cultural, convirtiéndose la España árabe en una de las principales potencias del norte de Africa y de Europa.

Con la llegada del s. XI el califato se desmorona y surgen pequeños reyezuelos árabes que se erigen en monarcas independientes del califato, naciendo de esta manera los reinos de "taifas".

Las tierras de nuestra actual provincia pertenecieron, primeramente, a los reinos de Denia y Toledo.


(Castillo de Alcalá del Jucar)


Un general bereber, llamado Musá, el moro Muza que habrás oido alguna vez nombrar a los mayores, se dedicó a someter el sureste de España y por tanto también las tierras de Albacete, que están situadas en el sureste como bien sabes.



Al principio de la conquista árabe, la mayor parte del erritorio de Albacete tomó el nombre de Todmir y comprendía la parte oriental de la actual provincia y todo lo que hoy es Murcia. Parece que fueron muy pocos los habitantes que en estas fechas tenían estas tierras.


Después llegaron una buena cantidad de soldados, de religión musulmana, que se les denominaban "los sirios" y se establecieron en nuestras tierras. Sabemos que a estos soldados, el rey moro de Córdoba, entonces la capital del reino, les repartió tierras para que pudieran cultivarlas.
El territorio de Todmir, era prácticamente independiente y el rey moro de Córdoba hubo de someterlo a su poder para así cobrar más impuestos y tener más beneficios de estos territorios, esto sucedía en el año 755.






¿Por qué vinieron los árabes a España?



Las continuas luchas de los nobles, tanto laicos como eclesiásticos, fueron tan frecuentes y duras que una parte de los nobles descontentos llamaron a los musulmanes del norte de Africa, llamados bereberes, para ayudarles en estas luchas. Estos bereberes pasaron a España en el año 711 y conquistan rápidamente, en unos pocos años, desde Gibraltar, en el sur, hasta casi el norte de España, excepto un pequeños territorio en Asturias.




Del emirato omeya a los reinos de Taifas

Con la llegada de los árabes a nuestra península la antigua Hispania se quedó convertida en un emirato, que dependía del califato omeya de Damasco. Con el gobierno de los árabes nuestro país comenzó a islamizarse, mientras unos cuantos cristianos, con cultura romana, los mozárabes, seguían conservando sus costumbres autóctonas. La península se denomina a partir de ahora Al-Andalus.


El debilitamiento del poder de los árabes con sus luchas internas y el surgimiento de multitud de pequeños reinos de "taifas" hicieron que los reinos cristianos del norte de España se expansionasen hacia el sur y diesen un gran impulso al proceso reconquistador
Había habitantes de distintas etnias o razas que con frecuencia luchaban entre ellos y no se tenían demasiada simpatía, estos grupos eran: los bereberes o primeros conquistadores y que luchaban contra los árabes venidos de Siria.

¿Cómo se vivía en aquella época?

Aunque son pocas las noticias que tenemos de cómo vivían los árabes y los convertidos a la religión musulmana, en nuestras tierras, sí podemos decir algunas cosas comparándolas con lo que sucedía en otros territorios de los que tenemos más noticias.
Habrás oido o habrás visto alguna vez una noria, que es un pozo con un gran aro de hierro y cubetas para poder elevar el agua del fondo a la superficie del suelo. También habrás visto canales para distribuir el agua y poder regar.

Puedes estar seguro que muchas de las maneras de regar que hace unos años tenían los agricultores venían de tiempos de los árabes.
Los árabes cultivaban productos hortícolas, trigo, uvas y aceite. También cultivaban el azafrán, del que sacaban el color amarillo para sus vestidos, algodón y lino, para todas las prendas de este género.
Famosas en nuestra tierra eran las alfombras de Chinchilla y Alcaraz.

Había tres religiones: la musulmana o de los conquistadores, la judía y la de los cristianos, que se llamaban entonces mozárabes.


Los árabes dieron mucha más importancia a las ciudades que al campo. En las ciudades árabes había una plaza, llamada zoco, donde los campesinos vendían los productos alimenticios y los animales. Había también una serie de tiendas reunidas en una misma calle que se llamaba "alcaicería" donde se vendía toda clase de productos de lujo hechos por los artesanos.


Los artesanos se reunían para trabajar los del mismo oficio en la misma calle, y así había calles de los zapateros, de los hilanderos, guarnicioneros, etc.


Los barrios de las ciudades árabes se llamaban arrabales y eran habitados cada uno de ellos por un grupo étnico o de la misma religión y por las noches cerraban las entradas de las calles de cada barrio.




En lo más alto y en el centro de la ciudad generalmente había un castillo que se llamaba "alcazaba" y era la residencia del jefe militar o el reyezuelo de estos territorios







Los orígenes de Albacete



El nombre de Albacete aparece citado en el año 744, según el historiador Francisco J. Sánchez Torres, en una cita histórica de un caudillo musulmán, Abulqatar, después de la conquista de la España visigoda. Este caudillo llevó a cabo un reparto de tierras entre sus compañeros de armas señalando a determinadas tribus árabes para ocupar las tierras y poblaciones de "Gingilia" (Chinchilla) y "Al-Baseyt" (Albacete).





En lo que hoy es Villacerrada, moderna urbanización, y antaño fue Alto de la Villa, hubo una fortaleza en tiempos de los árabes que servía para vigilar la llanura de alrededor. Este lugar, que después se conocería con el nombre de Villacerrada, dependió de otras fortalezas árabes más importantes como Chinchilla y Alarcón.

Ningún testimonio artístico nos quedó de esa época. Según los historiadores, Albacete en aquellos tiempos no pasaría de ser un pobre poblado de chozas y casas toscas.





Albacete, pobre en testimonios
 arquitectónicos de otras épocas

Albacete, situada entre Levante, el Centro y Andalucía, ha sido siempre una tierra de paso para los distintos pueblos que han invadido nuestra península. Los guerreros llegaban, luchaban contra los habitantes de estas tierras y, trás destrozar lo poco que había, seguían hacia otros lugares. Esto, unido a que nunca ha habido en lo que actualmente es nuestra provincia una clase dominante que tuviera un gran poder económico y que se preocupase de la cultura (levantar edificios artísticos, por ejemplo), ha influido para que nuestra tierra esté huérfana de testimonios culturales, de cierta importancia, de otros tiempos.
Aún así podemos contemplar algunos testimonios de cultura árabe en poblaciones como Alcaraz, Chinchilla, Jorquera, Alcalá del Jucar....... pero no en Albacete.

En la presentación de diapositivas de este Blog puedes ver restos árabes de
otros lugares.

VOCABULARIO


EMIRATO: territorio gobernado por un príncipe árabe.
CALIFATO: territorio gobernado por un califa, príncipe con poder religioso y civil.


OMEYA: Familia árabe fundadora del Califato de Damasco.
ISLAMIZAR: adoptar la religión y costumbres de los pueblos que practican el Islam.

TAIFA: Pequeño estado de los muchos en que quedó dividido el Califato.


AUTÓCTONO: original del mismo lugar donde vive.


LAICOS:Personas que no pertenecen a ninguna orden religiosa.


BEREBERES:Individuos procedentes del norte de Africa y pertenecientes a las razas más
antiguas.


CAUDILLO: El que como cabeza manda la gente a la guerra.


TRIBU:conjunto de gente nómada del mismo origen y que obedecen al mismo jefe.


DOCUMENTOS



Texto 6.1
Bizantinos y suevos: 
El siguiente lapso de tiempo ocupado por los reinados de Agila y Atanagildo constituye una de las fases más caóticas de la España visigoda (549-567); es una época de tanteos, de avance hacia el interior de la Penínsulay de desplazamiento de los centros vitales, de conversión de provincias enteras al nuevo régimen de poder. Uno de los ejemplos más claros de ese difícil proceso de adaptación lo constituye la Bética.


Al desplazarse el centro político desde el norte hacia Mérida, los visigodos entran en contacto permanente con los habitantes de la provincia Bética. Esta es la región que menos había sufrido la invasión bárbara del 409, ni en su primera oleada (los vándalos silingos fueron en seguida eliminados por las tropas visigodas, y los asdingos, más tarde, también pasaron pronto a Africa), ni en las subsiguientes incursiones de los visigodos. En consecuencia, los hispanorromanos de ese territorio habían adquirido ciertos hábitos de independencia en cada una de las ciudades, ya que éstas actuaban como núcleos administrativos no sometidos a instancias superiores. El concepto de provincia, vacío de contenido a estas alturas, se mantenía sólo nominalmente y las dificultades ofrecidas por las ciudades a su integración efectiva en el reino visigodo no eran fácilmente superables, produciéndose esporádicos brotes de rebeldía.
La elección de Agila (549) en Sevilla estuvo apoyada por una facción de la nobleza. Durante los dos años siguientes, Agila se ve obligado a emprender una campaña destinada a reducir Córdoba, pero esta ciudad logra imponerse al ejército visigodo (551) y Agila debe retirarse a Mérida.

Que sólo una porción de la nobleza sostenga a Agila está confirmado por el hecho de que en el año 522 la propia Sevilla se rebele contra él en favor de Atanagildo, a quien apoya evidentemente otra facción distinta. Esta lucha interna entre facciones adquiere unas dimensiones especiales en virtud de la petición de ayuda a Bizancio hecha por A tanagildo. Esta no se hace esperar y los bizantinos, al mando de Liberio y unidos a Atanagildo, derrotan a su rival, Agila, en Sevilla. Pero a partir de ese momento el ejército imperial va ocupando toda la zona costera del sureste, desde la desembocadura del Guadalete, aproximadamente, hasta bastante al norte de Cartagena, aprovechándose de las luchas intestinas que todavía dividen a los visigodos: Atanagildo en Sevilla y Agila en Mérida.
El peligro evidente que supone la expanción de los bizantinos en la Península es una llamada de atención a los visigodos que, tras asesinar a Agila se pasan a Atanagildo (555).
La rapidez con que se llevó a cabo la ocupación bizantina y las dificultades que ofreció Sevilla cuando Atanagildo intentó recuperarla después de su conquista por los bizantinos son indicio de que la población de la Hispania meridional, en términos generales, no vió con malos ojos la llegada de los imperiales. La existencia de un pacto previo entre Atanagildo y Justiano, cuyo contenido ignoramos, no fue obstáculo para que los visigodos, unidos ya bajo el mando de A tanagildo, se dirigieran contra los bizantinos. Pese a recuperar algunas plazas, no consiguieron, sin embargo, arrojarlos de Hispania, quedando constituida en la parte sur una provincia bizantina.
Desplazados del norte voluntariamente, desalojados por los bizantinos de la parte sur, con Atanagildo los visigodos fijan la residencia regia en Toledo: su situación y excelentes comunicaciones permiten dominar equilibradamente todo el territorio peninsular. Hasta el final de la monarquía visigoda, Toledo se mantendrá como sede central del reino.

La excesiva y exclusiva atención concedida por los visigodos a los problemas de la España meridional favoreció durante esta época la expanción de los suevos por las zonas limítrofes a los territorios que ocupaban. Sin embargo, la parte noreste permanece en calma gracias a las buenas relaciones con el poder merovingio, que ve en los bizantinos un enemigo, al igual que los visigodos, y unen fuerzas con ellos siguiendo el sistema de las alianzas matrimoniales: Sigeberto 1, rey de Austrasia (561-575), contrae matrimonio con Bruquilda, hija de Atanagildo; Chilperico, rey de Neustria (561-584), se casa con otra hija de Atanagildo, Galesuinta.



Cabe suponer que a la muerte de Atanagildo, en el 568, los sucesivos asentamientos visigodos en sus zonas de origen (Tierra de Campos, Alto Ebro y Rioja) y sus guarniciones de carácter militar en puntos de la Tarraconense, Cartaginense y Lusitania, se mantenían sin problemas. Ahora bien, la Bética, no acostumbrada ala sumisión a los bárbaros; la Gallaecia, donde había un equilibrio especial entre la población galaica y los suevos; la Cantabria, tradicionalmente reacia a acatar imposiciones de poder, y la zona bizantina, sometida a los imperiales, eran territorios independientes del poder visigodo. Con todo, y a pesar de la evidente heterogeneidad del panorama, puede hablarse hasta cierto punto de una Hispania visigótica, apoyándonos en el traslado de la capitalidad a Toledo y en el hecho de que dentro de la Península los visigodos constituyen un pueblo que se extiende sobre la zona más amplia y con una política de ocupación más coherente. No es obstáculo su corto número - se han evaluado en unos 200.000 -, pues aún así superaban netamente a bizantinos y suevos.
Historia de España. Cambio 16, 3 p. 15 s.







TEXTO 6/2

Unificación territorial


El siguiente rey visigodo que se alza con el poder parece significar un retroceso en el proceso de ocupación de Hispania, ya que es proclamado en Narbona por los visigodos habitantes del territorio galo: Liuva. Significativamente, Liuva circunscribe su poder a la Galia Narbonense y, asociando al trono a su hermano Leovigildo, le encomienda el control de la Hispania Citerior. Es perceptible todavía la indecisión entre los dos posibles centros de gravedad del reino, indicio de una Hispania visigótica aún en formación. Leovigildo se casa con Gosvinta, viuda de Atanagildo, y ejerce su influencia al sur de los Pirineos, basada en gran medida en su numerosa clientela personal y en la adquirida a raíz de su matrimonio. Continúa la capital en la ciudad elegida por Atanagildo: Toledo.


Los dos problemas fundamentales que se le plantean a Leovigildo son los derivados de la naturaleza de las relaciones internas y de la situación del pueblo visigodo con respecto a los otros pueblos existentes en España. Se impone la necesidad de fortalecer el poder central a fin de atajar cualquier posible escisión de la nobleza goda y evitar situaciones como la tan reciente entre Agila y A tanagildo; mas también hay que acabar con los distintos grupos que coexisten en la Península y que impiden la unidad territorial. Supuesta la consecución de estos dos objetivos, se plantea a los visigodos el aspecto crucial de la conquista: las relaciones con la población hispanorromana.

En este sentido puede decirse que los reinados de Leovigildo, Recaredo y Liuva III, que abarcan los años 569 al 603, forman una unidad.
Dedicado el reinado del primero a la resolución de los dos primeros puntos: actividad exterior y reorganización interna, el período de Recaredo significa la aplicación de una solución a las relaciones con los hispanorromanos.
Empecemos por lo que se refiere a la sumisión de los pueblos coexistentes en Hispania con los visigodos, sobre lo cual disponemos de abundantes datos. La etapa anterior del reino visigodo no arroja noticias sobre las actividades de los suevos. Hay que suponer una progresiva integración de los mismos en la Gallaecia que, a mediados del siglo VI, con la conversión de los suevos al catolicismo, alcanzará su culmen.

La confusión de noticias en torno a ese punto concreto deriva de los distintos datos ofrecidos por Gregorio de Tours e Isidoro de Sevilla; el primero sitúa la conversión en torno al año 550 con Cariarico, e Isidoro de Sevilla sobre el 570 con Teodomiro, aunque ambos coinciden en atribuir el papel central a Martín de Braga. La opción por la primera fecha explicaría la influencia de bizantinos y francos en la conversión al catolicismo, interesados en apoyar a los suevos frente a los visigodos en estos momentos, aunque tampoco la admisión de la segunda posibilidad excluye este apoyo.






TEXTOS 6/3

Concilios y sínodos
A lo largo de todo el siglo VII se celebraron concilios plenarios no cuando la Iglesia tenía que hacer frente a un problema, sino cuando al rey le placía. Teóricamente, la regla general era que se celebrara un concilio general cuando hubiera que discutir un artículo de fe o cuando se hubiera planteado alguna cuestión que afectara a toda la Iglesia Española. Por lo demás, debería celebrarse un sínodo provincial en cada provincia una vez al año. Pero la práctica no estaba tan claramente definida. El II Concilio provincial de Sevilla, que se celebró en 619 en tiempos de San Isidro, publicó una larga y erudita declaración sobre las dos naturalezas y única persona de Cristo, cuestión doctrinal que afectaba a toda la Iglesia Española.
El XI Concilio de Toledo, que fue simplemente un sínodo de los obispos de la Cartaginense, ordenó 'á los obispos ysacerdotes de todas las provincias" cantar todos iguales los salmos (como mucho tiempo antes había ordenado el lV Concilio), y, parece lógico pensar que, al establecer una pena para los obispos que mantuvieran relaciones con las mujeres de la familia de la nobleza palatina, esta norma afectara solamente a los obispos de la Cartaginense. El caso más notable es el del Concilio de la Tarraconense, celebrado por orden de Egica en 691, que estbleció una norma sobre las viudas reales, lo cual, si hubiera sido un asunto eclesiástico, debería haber sido considerado en un concilio general y no en uno provincial.
Dos concilios, el V y el XVI, no tuvieron representación de los obispos de la Galia Narbonense. En tiempos del V Concilio, la Galia debía de estar en revuelta, y en el momento de la celebración del XVI Concilio la provincia estaba siendo azotada por una epidemia. Por ello, estos dos concilios no se consideraron como totalmente plenarios, y sus cánones, los únicos de todo el siglo, tuvieron que ser ratificados en el siguiente concilio general o en un sínodo galo especialmente convocado para este propósito.
Un hecho de la mayor importancia es el que los concilios se ocuparan de cuestiones que no tenían en absoluto un interés exclusivamente eclesiástico. La idea fue de Recaredo. El ordenó a/os obispos que discutieran algunos asuntos puramente seculares, y también indicó cuáles quería que fuesen las conclusiones. Sisenando hizo aprobar en el IV Concilio una de las más importantes decisiones visigodas - que significaría la ruina de Suintila y condena de los usurpadores -, aunque él nunca elaboró una ley seglar sobré el asunto. Todos los concilios, desde el V al XVIfI, condenaron a los usurpadores rebeldes. En el VIII Concilio y en los siguientes, el procedimiento para dar a conocer los deseos del rey se convirtió en más formal. Recesvinto y sus sucesores, después de inaugurar en persona los concilios plenarios, entregaban a los obispos un tomus o declaración escrita de las cuestiones que querían que fuesen tratadas por los obispos. Después abandonaban las reuniones, pues ningún rey después de Gundemaro estuvo presente para firmar las actas. Los obispos procedían a discutir estos temas y a aprobar las resoluciones que el Tomo real les había indicado.


También debatían, por supuesto, cuestiones puramente eclesiásticas alas que el Tomo no hacía referencia. Aunque se ocupaban de las relaciones legales de la Iglesia con las personas privadas, como por ejemplo los libertos, no mencionaban los asuntos públicos aparte de los que el rey les había comunicado. Por ello, las actas de los concilios incluían discusiones sobre los asuntos que los reyes consideraban de capital importancia para ellos, la nobleza y los obispos; en todos los casos, la decisión del rey era confirmada por la autoridad de la Iglesia. Ervigio, cierto es, no tuvo fuerza alguna; pero en general, lejos de ser un desafío al poder real, los concilios fueron considerados por los reyes como un apoyo importante para su autoridad. De hecho, los concilios de Toledo no tienen parangón en ningún otro reino durante los siglos VI y VII. Fueron instrumentos de gobierno típicamente españoles.


Los concilios fueron una institución nacional. Los obispos cuyas diócesis estaban situadas dentro del reino no asistieron nunca a!os concilios de la provincia bizantina (si es que se celebraron) de Galicia antes de 585 o en los diferentes reinos francos. Tampoco hubo nunca obispos extranjeros en los concilios visigodos. Estos ni influyeron ni sufrieron la influencia de bizantinos o francos. Después de la conversión de 589, la Iglesia Española se convirtió en una Iglesia nacional. Estaba muy centralizada y estrechamente asociada con la corte y la administración, en la que los obispos desempeñaron un papel cada vez más activo.

Se ocupó de sus propios asuntos e ignoró lo que pasaba fuera de España. Reconoció la primacia del obispo de Roma, pero rara vez se comunicó con él, y cuando el papa escribió a los obispos de España - y lo hizo raramente - recibió siempre una contestación arrogante y crítica.
El lV Concilio de Toledo decretó que los sínodos provinciales deberían celebrarse el 18 de mayo de cada año, cuando la hierba estuviera verde y hubiera pastos. Pero el III Concilioo había ya decidido que los sínodos provinciales se celebrarían el 1 de noviembre, y esto fue confirmado por el XII Concilio en 681. De hecho, de los siete sínodos provinciales del siglo cuya fecha conocemos con precisión - Tarrasa (Egara, en 614; II de Sevilla; IX, XI y XIV, de Toledo; III, de Zaragoza, y el concilio de Mérida de 666 - seis se inauguraron durante la primera quincena de noviembre. (Caso excepcional es el de Egara, que se inauguró el 13 de enero). La regla establecida por el IV Concilio no había tenido efecto, y había prevalecido la de 589. Los grandes concilios nacionales se celebraron durante los meses de invierno (de final de octubre a enero), excepto el XVI de Toledo, que se inauguró el 2 de mayo de 693, al día siguiente de la revuelta de Siseberto, y el V de Toledo, que terminó el 30 de junio de 636. (Chintila había subido al trono en marzo de este mismo año, y circunstancias ajenas hicieron aconsejable convocar un concilio lo más rápidamente posible).

Los meses de invierno no siempre resultaron convenientes, y una de las principales razones por la que el XIV Concilio se limitó a los obispos de la Cartaginense fue el rigor intenso del tiempo. Las reuniones podían durar hasta tres semanas, aunque el II Concilio de Sevilla trató doce series de asuntos enn tres sesiones.
La Iglesia concedió la mayor importancia a que los concilios se reunieran con regularidad. Nada causaba tanto daño a la disciplina eclesiástica como la negligencia de los pbispos en convocarlos. Cuando Recesvinto prohibió la celebración de asambleas eclesiásticas durante dieciséis años, los obispos se lamentaron de la decadencia moral que ello había traído consigo. El VIII Concilio se refirió a los peligros de las disputas que podían llegar a ser crónicas si no se celebraban sínodos que las resolvieran. En su comunicación inaugural al XII Concilio, Ervigio declaró que 'él apoyo que presten los concilios es la mejor ayuda para este decadente mundo.
Thompson. Los godos en España, A. Editorial p. 316 SS.








TEXTO 6/4


A la par que el botín en joyas y en esclavos los conspiradores se repartieron las tierras ganadas con la espada, es decir, las de quienes no se habían sometido al Islam por capitulación que les garantizase el derecho de propiedad. Como de las alhajas y los siervos, correspondía al califa el quinto de las mismas - los reyes castellanos imitaron a los emires y el derecho al quinto se aplicó en América -, mas es dudoso que los invasores de España hicieran un reparto legal y respetaran el ju ms del califa. Con la ocupación del suelo muchos colonos y siervos hispanos cambiaron el señor godo-romano por el señor árabe o beréber, pero muchos hombres libres cayeron entonces también en la servidumbre de los conquistadores. Y ningún testimonio histórico apoya la afirmación de Dozy sobre la mejoría de condición de las clases rurales españolas como consecuencia de la invasión muslím.



Una vez acabada ya de conquistar España, Musa ben Nusayr al-Bakri al-Tabi, dividió el territorio de la Península entre los militares que vinieron a la conquista, de la misma manera que había distribuido entre los mismos los cautivos y demás efectos cogidos como botín. Entonces dedujo también el quinto de las tierras y de los campos cultivados, del propio modo que lo había antes deducido de los cautivos y objetos muebles. De los cautivos escogió 100.000 de los mejores y más jóvenes y se los mandó al Emir de los Creyentes Al-Walid ben Abd al-Malik; pero dejó los otros cautivos que estaban en el quinto, especialmente campesinos y niños, adscritos alas tierras del quinto, a fin de que las cultivasen y diesen el tercio de sus productos al tesoro público. Eran éstos la gente de las llanuras y se les llamó los quinteros, y a sus hijos los hijos de los quinteros.
En cuanto a los otros cristianos que estaban en lugares inaccesibles y en los montes elevados, Musa ben Nusayr les dejó sus bienes y el uso de su religión, mediante el pago de un tributo, quedando dueños de una parte de sus bienes en la tierra del Norte, pues ellos capitularon con condición de ceder el resto y pagar un tributo por las tierras de árboles frutales y de sembradura, según lo hizo muy bien aquél a quien se debe imitar (Mahoma) con los judíos de Jaibar, respecto a sus palmerales y tierras labrantías.
Excepción hecha de tres distritos, Santarén y Coimbra en el Occidente, y Ejea en el Oriente de España, Musa distribuyó entre sus soldados las tierras de todas las comarcas conquistadas a viva fuerza, después de haber deducido el quinto para el Tesoro. Esta división se llevó a efecto ante los tabíes Hanax, Al-Sanan¡, Al-Habali y Ben Rabah, que se hallaban en el ejército de Musa; desde entonces estas tierras han venido a trasmitirse por herencia de padres a hijos. Cuando la gente y los sabios mencionan la tierra conquistada a la fuerza, entiéndase que se trata entonces del quinto. Los territorios que se sometieron por capitulación son los del Norte, donde los cristianos conservaron la propiedad de las tierras y arbolado, pero no el de los otros bienes.

Algunos sabios antiguos dicen, hablando de España, que la mayor parte de ella se sometió por capitulación, excepto algunos lugares bien conocidos, porque después de la derrota de Rodrigo todas las ciudades capitularon; de aquí que los cristianos que las habitaban continuaron poseyendo sus tierras y demás propiedades con el derecho de venderlas.
Según otra tradición, cuando Musa fue llamado a la corte aún no había realizado de una manera completa y acabada la división de tierras entre sus soldados y el Tesoro. El pidió al califa AlWalid que acabara lo que había comenzado; pero esto no tuvo efecto hasta el califato de Umar, que dió el gobierno de España a Al-Samah ben Abd al-Malik al-Jaw/ani, ordenándole que dedujera el quinto de lo que quedaba por reducir. Este lo hizo, enviando alas diversas comarcas personas que se encargaran de llevar a cabo !a operación. Algunos de los que habían conquistado a España a las órdenes de Musa y Tariq fueron a la corte de Al-Walid, el cual les confirmó los derechos alas tierras que les habían cabido en suerte por medio de documentos. Respecto a los que posteriormente vinieron a España, les dió en feudo muchas tierras que pertenecían al quinto del Estado.
Dice Abd al-Malik ben Habib: 'Cuando en el año 100, en el califato del Emir de los Creyentes Umar ben Abd al-Aziz (Dios le haya sido propicio), fue nombrado gobernador de España AlSamah ben Malik al-Jawlani, las tropas que le acompañaban quisieron tener participación en lo que poseían los primeros militares que vinieron a la conquista; pero entonces algunos de éstos se fueron a Umar ben Abd al-Aziz y le dijeron que Musa había dividido entre ellos las tierras, después de haber asignado el quinto al Tesoro, y que Al-Walid les había confirmado en sus derechos, como lo probaban los documentos que éste les había expedido.

El Emir de los Creyentes Umar Abd al Aziz entonces les confirmó a su vez los derechos que les había concedido Al-Walid, hijo de Abd al-Malik, expidiéndoles otras cédulas reales parecidas a las anteriores; además escribió a AlSamah, hijo de Abd al-Malik, una carta en que le recomendaba que se respetase lo dispuesto en esas cédulas y se llevase a efecto lo que ordenaba en favor de los peticionarios. Estos volviéronse muy regocijados alabando la generosidad y justicia del califa, el cual ordenó a Al-Samah que diera en feudo a los soldados que le habían acompañado a España tierras del quinto. "



Otro sabio dice lo siguiente: —Las propiedades pertenecientes al quinto en España no dejaron
de ser bien conocidas y cultivadas en beneficio del Tesoro público durante la época de los gobernadores o emires: luego, durante el imperio de los Banu Umayya, se las cultivó a nombre suyo, hasta que por todas partes se les sublevaron jefes insurrectos y acreció la guerra civil, de modo que por largo tiempo y a través de diversas dinastías subsistieron cultivándose conocidamente. Después de todo, Dios es el heredero de la tierra y de los que la habitan; no hay duda que es el mejor heredero.
Ahmad al-Razí (Rasis), en su crónica, da otra versión acerca de la autenticidad de la deducción del quinto de lo adquirido en España por los musulmanes. Es la siguiente: Dice Abd al-Malik, hijo
de Habib, haciendo derivar la noticia de algunos tabíes que vinieron a España, que los califas Banu Umayya tenían la costumbre, cuando habían de llegar a sus manos los tributos de los distintos territorios de sus dominios, de ordenar que fueran juntamente con ellos diez habitantes del país, los más honrados y principales, a fin de que no entrara en el Tesoro público un solo dinar ni dirhem hasta que estos diez diputados juraran por Alá, aquel que no hay otro Dios sino él, que no había un solo dinar o dirhem que hubiese sido tomado fuera de derecho y sin mediar violencia con sus hijos y mujeres. Sucedió, pues, que vino una diputación de Africa en los últimos tiempos de Sulayman a traer los tributos, y cuando se les ordenó que prestaran juramento, sólo juraron ocho: dos de ellos se abstuvieron; eran éstos Ismail ben Ubayd Allah, liberto de los Banu Majzon y AlSamah, hilo de Malik al-Jawlani.

A Umar, hijo de Abd al-Aziz, aquello le chocó; y al subir al califato se los adscribió a su propio servicio, y una vez convencido por experiencia de la religiosidad y virtudes de ambos, dioles, respectivamente, el gobierno de Africa a Ismail ben Ubayd Allah y a AlSamah ben Malik, el de España. A este último le ordenó que dividiese en cinco partes la tierra que allí quedaba por dividir y los bienes muebles, y que sacara el quinto que al Tesoro público religioso correspondía, dejando las poblaciones en manos de sus señores. Le mandó además que les escribiera dando noticias de lo que España era, de sus mares y ríos, y la forma o manera de hacer la travesía para ir a ella, pues tenía el pensamiento de hacer que la abandonaran los musulmanes, porque, estando ala otra parte del mar, se hallaban demasiado alejados de los países musu/manes. Al-Samah se fue a España, y, por orden del Emir de los Creyentes Umar, la separó del gobierno de Africa. Para deducir más correctamente el quinto, hizo distinción entre el territorio conquistado a la fuerza y el que se había sometido pacíficamente.

Al llegar a sacar el quinto correspondiente a Córdoba, hizo salir a los comisionarios de la manera que... fue adjudicado el delicioso valle conocido por "La Musala'; al sur de Córdoba, como correspondiente al quinto. Una vez que llevó a efecto Al-Samah lo que se había propuesto, escribió al Emir de los Creyentes dándole noticia de lo que había hecho, ya en el territorio conquistado a la fuerza, ya en las comarcas del Norte, que habían sido sometidas a la buena. Los habitantes de estas comarcas habían capitulado, obligándose a pagar una capitación y un tan W de los productos de sus tierras,- unas habían de pagar el tercio, otras el cuarto de sus productos, según la calidad y fertilidad de las mismas, conforme lo había hecho el mensajero de Dios en Jaibar. Al-Samah en la misma carta pidió permiso al califa para construir el puente (sobre el Guadalquivir) utilizando la piedra de las murallas de Córdoba, pues no se conocía en esta comarca cantera de donde sacarla. La contestación afirmativa del Emir de los Creyentes Umar, hijo de Abd al-Azis, llegó diciendo: 'Que el valle que había resultado como quinto al sur de Córdoba se convirtiera en cementerio de los musulmanes': Asimismo se llevó también a cabo la construcción del puente.
De la Risala del EMBAJADOR MARROQUI (trad. Ribera, 172 y 176).
SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio. España musulmana 1, p. 70-73





Las mujeres andaluzas según Averroes

Nuestro estado social no deja ver lo que de sí pueden dar las mujeres. Parecen destinadas exclusivamenfe a dar a luz y amamantar a los hijos, y ese estado de servidumbre ha destruido en ellas la facultad de las grandes cosas. He aquí por qué no se ve entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales: su vida transcurre como la de las plantas, al cuidado de sus propios maridos. De aquí proviene la miseria que devora nuestras ciudades porque el número de mujeres es doble que el de hombres y no pueden procurarse lo necesario para vivir por medio del trabajo.
Trad. Ribera: Disertaciones y opúsculos, 1. 348
SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio. España musulmana, 1 p. 368







Productos del suelo

Sabemos de cierto que el comercio y la agricultura florecieron en este lugar durante el reinado de los hijos de los Omeya en una escala escasamente vista en ninguna ciudad del mundo; su mercado estaba siempre abarrotado con los frutos de la tierra, los productos de cada distrito y lo mejor de cada país, por ejemplo: telas, no obstante su costo; drogas, a pesar de su escasez; joyas, no obstante su gran valor, y otras curiosidades de tierras lejanas y desconocidos países. Todos ellos podían procurarse en los bazares de Córdoba y encontraban cientos de compradores.

Córdoba estaba situada en medio de tierras fértiles, regadas por el Guadalquivir y que producían abundantes cosechas; sus habitantes estaban siempre provistos de toda clase de alimentos de la mejor calidad, al precio más reducido. Ben Said llama a Córdoba tierra de promisión y menciona varios minerales que abundan en su territorio, tales como la plata, en el distrito de Qartax, mercurio y cinabrio (bermellón), en el territorio de Sitalisa y mucho otros minerales preciosos.
Otro escritor menciona una clase de piedra llamada 'xaranch'; la que, es bien sabido, posee la propiedad de detener la sangre cuando se aplica a una herida, y la que se decía abundaba, tan pura como la plata, en el territorio de la capital. Nuestro autor observa que anualmente tales tierras eran transportadas, a lomo de mula, a otros países, donde alcanzaban precios muy altos, hasta 500 dinares el fardo, de acuerdo con sus maravillosas propiedades, que las hacían muy apreciadas.






ACTIVIDADES

1-- Consulta un texto de historia y haz una redacción sobre "Los pueblos bárbaros"

(http://es.wikipedia.org/wiki/Invasiones_b%C3%A1rbaras)

2 --  Localiza en un mapa la ciudad de Constantinopla y dí en qué paìs está situada.
-- ¿ Quiénes eran los bizantinos ?
--  ¿ Cuándo se marchan los bizantinos de España ?

(http://www.imperiobizantino.com/bizancio_en_spania.html)
3 --Consulta un libro de historia y escribe unas lineas explicando ¿ Qué es el Islam y quién es Mahoma ?
(http://sepiensa.org.mx/contenidos/historia_mundo/media/islam/que_es/que_es.htm)

4 -- Consulta  textos referentes a "Los visigodos en España" y haces un pequeño informe:
a.- sus luchas con otros pueblos      b.- su cultura       c.- su arte       d.- su religión 
( http://es.wikipedia.org/wiki/Hispania_visigoda)

5 -- ¿ Qué quiere decir que "nuestro país comenzo a islamizarse" ?
       ¿ Qué diferencias encuentras entre un Emirato y un Califato?
       ¿ A qué reino de taifas perteneció nuestra actual provincia ?

6 -- ¿ Qué diferencias y semejanzas hay entre un zoco y  una alcaicería ?
      ¿Qué productos eran famosos en nuestra provincia en tiempo de los árabes ?
      ¿ Existen en tu ciudad calles con nombres de oficios? En caso afirmativo infórmate si son modernas o antiguas esas vias y si en ellas han habitado gentes de esos oficios. Haz un informe por escrito.

7-- Consulta en un libro de historia las características del arte hispano-árabe. Haz un pequeño informe.

(http://www.arabespanol.org/andalus/arte.htm#Introducción_)

Pon en Google el nombre de un monumento ( alhambra de Granada, Mezquita de Cordoba, Torre del Oro de Sevilla...........) y encontraras sus imágenes

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